viernes, 23 de septiembre de 2011

Optimismo de la nada

El pintor Francis Bacon enseña que no es necesario ir a ver las obras, trabajaba en base a fotografías, como los increíbles retratos de Inocencio X. Es más, en Roma no se atrevió a ver el retrato madre de Velásquez, por lo que le había hecho. Poseía una reproducción mínima en su taller, tapizada de pintura y pisadas. No eran copias inmaculadas de libros caros, sus copias estaban empapadas de su experiencia al pintar, arrugadas llenas de manchas. En ese cruce entre la imagen y lo pisoteado de la imagen, encontraba una idea.

Bacon enseña que el arte es un problema de foco. No dibuja ni pinta ni manos ni pies, siempre están como derretidos. Todo su energía se va a la cabeza, boca y dientes. Y a los preciosos fondos de colores vivos: naranjas, rojos y celestes. Usa la estrategia del primer plano suelto y deformado, contrapuesto con unos fondos planísimos.

No entiendo porque Bacon está catalogado como el pintor del horror, por el contrario, sus pinturas llenas de realidad me producen optimismo y alegría. Optimismo de la nada, diría él.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Una palabra complicada: Sensibilidad.

Lo digo ruborizándome, aspiro a la sensibilidad, más que cualquier cosa.

Luego, ser productivo y si se puede barato.

La sensibilidad es estar frágil, permeable, a lo que te sucede. La sensibilidad es tratar de entender lo ajeno: entender dibujando un árbol, un niño o tu mujer. El sol poniente.

“ Hacer el ejercicio de despojarse de lo propio –las ideas, los odios, las fijaciones– para intentar reconocer, conocer, entender lo ajeno”, dice el periodista Nibaldo Mosciatti.

La sensibilidad no es razonable, ni se puede enseñar, en digamos, una carrera universitaria. O en un doctorado.

Se encuentra, por lo general, solo, o en compañía de pocas personas “No soy sociable, soy íntima” decía la escritora Silvina Ocampo. Barragán tenía una mesa que sólo cabían 7 personas. Más allá, la conversación se sienta en otro lugar.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Inconciencia social

A menudo me pregunto que es tener realmente conciencia social y si sirve de algo.

Germán del Sol dice que no hay arquitectura “social”, toda arquitectura es social o antisocial.

En el muy políticamente incorrecto prólogo de Guerra y Paz, Tolstoi defiende su visión de la sociedad desde la aristocracia, porque es lo único que conoce. Yo no soy aristócrata, no soy ruso, y sin embargo es un libro que me habla, que conecta, porque está lleno de vida, sus personajes pareciera que vivieran todavía. Que esté ambientado en la Rusia de las guerras napoleónicas da un poco lo mismo, transmite una verdad, una experiencia humana, más actual que muchos libros recién salidos del horno.

Una casa bien hecha, sea para el que sea, tiene más posibilidades de ayudar a alguien, sin pretensión y con discreción.

El problema es previo al diseño, es de humanidad frente al otro. Quizás habría que sacar las fotos de los conjuntos de vivienda social de adentro hacia afuera. No al revés. No se sacan así, porque lo que la foto muestra no es bonito, ni publicable en revistas, ni gana premios.

Es tranquilizador pensar que uno ayuda a los pobres. Sin embargo no hay forma de discutir el tema, porque no hay solución fácil, que venga desde la arquitectura. Hace unos años fui a ver a una maestro a una población de Peñalolén y un niño me preguntó: ¿usted señor es de Estados Unidos? Es un problema mayor que nos supera a los arquitectos, largamente. Leer el cuento El Sur de Borges. Cáusticamente, en Sudamérica nos espera el asesinato o la revolución.

Al final al recorrer las casas de 40 UF/m2, de terminaciones impecables, la violencia se sueña.

La única manera real de acercar las clases sociales, no es ayudando a los pobres dándoles casas y después irse cada cual para su ghetto, sino es trabajando juntos. No es dar soluciones mesiánicas diseñando la nueva ciudad sustentable del siglo XXI.

Quizás organizar, una pequeña constructora sea un punto de partida. Mi experiencia va por ahí. Primero hay que establecer relaciones de confianza mutua a lo largo del tiempo, todas cosas previas a la arquitectura.

jueves, 1 de septiembre de 2011

La importancia de una buena biblioteca

A lo largo de los años pude visitar tres estudios:

El de Barragán, de Burle Marx y el escultor vasco Oteíza, y que buenas bibliotecas tenían. Barragán pasadas las 4pm dejaba de trabajar y se iba a su biblioteca y revisaba libros de arte, que lo estimulaban. Veía pinturas y se fijaba en los colores.

Las bibliotecas dan una atmósfera humana propicia para la creatividad. Mi biblioteca es una acumulación desordenada donde conviven novelas, libros de arquitectura, las páginas amarillas, folletos de construcción. Fotos, maquetas. Una amalgama interior expresada.

En las bibliotecas, librerías o disquerías, la mayoría de las veces uno encuentra, lo que no busca. La sugerencia y la intuición actúan mejor en el mundo físico. Eso es lo triste de los Iphones y los libros electrónicos. Paradójicamente es tan concreto todo.

Al entrar a la biblioteca de Oteíza el primer libro que ví fue Altazor de Vicente Huidobro. Un extraño imán de papel. Después supe que estuvo en Chile por el 1930.

Barragán dejó la arquitectura después de una serie de humillaciones con clientes. Después sólo hacía proyectos elegidos por él, incluso gratis. Vivía de la venta de terrenos.

Procuro tener una pequeña biblioteca dentro de mi maletín como quien tiene una petaca de whisky. Se puede leer buena parte de Guerra y Paz, haciendo la cola del banco.