Un jardín no
es un lugar verde. No necesariamente.
Es un lugar que te lleva a un estado mental a fuera.
Por ejemplo,
en un jardín logrado se puede leer un
libro, que sólo se puede leer en ese lugar.
Es un lugar
sin función, ni razón. Uno lo llena con lo que tiene adentro. Si uno no tiene
nada adentro no verá ni sentirá nada. No es casualidad que el hoyo por donde
cae Alicia se encuentre en un jardín.
Un jardín es
una ventana al cielo que muestra las nubes pasar, que te lanza fuera de la
casa, cuando se está preocupado.
Tengo la
impresión de que no existiría el diseño paramétrico si esos arquitectos
hicieran jardines. Las pequeñas lomas y hoyos ya son lo bastante paramétricas
para mí.
Hago el
experimento dejar crecer lo que salga en un jardín. Es impresionante la
cantidad de plantas (les dicen malezas) que salen solas. Hay toda una fuerza
que quiere salir y uno reprime con el jardinerismo y los jardineros. Sin
embargo, se puede ir contra muchas cosas, menos contra lo que piensa un
jardinero.
Es de vital
importancia elegir el tipo de pasto en un jardín. Por ejemplo si se planta
chépica (bermuda), cuando le llegue el sol poniente en invierno al ponerse
amarilla, refleja una increíble luz fosforescente.
En un
jardín, o mejor dicho, en su jardín, que siempre estuvo pero que nunca vio
hasta ese momento por tener su mente en la empresa familiar, Thomas
Bruddenbrock, el protagonista de la novela de Los Buddenbrock de Thomas Mann,
descansó y pudo leer un libro que lo consoló. Dentro de su terraza elevada y
colmadas de parras lloró a través de lo que leía.
Mi madre ama
los jardines. Siempre cambiándolos. Esperando la primavera, replantando el
pasto y flores de la estación. Tupido de ramas, mi padre se hería la pelada
raspándose con las ramas que tenía prohibidas cortar el jardinero, porque era
más bonito. Esa declaración de principios subterránea y firme e irracional,
definió muchas decisiones que he tomado. Buenas o malas.
Como diría
Chucho Reyes el pintor amigo de Barragán: La belleza es lo bonito. Lo bonito es
simplemente lo que a uno le gusta. Y la belleza a veces, hiere, mi padre
concluiría.