viernes, 23 de septiembre de 2011

Optimismo de la nada

El pintor Francis Bacon enseña que no es necesario ir a ver las obras, trabajaba en base a fotografías, como los increíbles retratos de Inocencio X. Es más, en Roma no se atrevió a ver el retrato madre de Velásquez, por lo que le había hecho. Poseía una reproducción mínima en su taller, tapizada de pintura y pisadas. No eran copias inmaculadas de libros caros, sus copias estaban empapadas de su experiencia al pintar, arrugadas llenas de manchas. En ese cruce entre la imagen y lo pisoteado de la imagen, encontraba una idea.

Bacon enseña que el arte es un problema de foco. No dibuja ni pinta ni manos ni pies, siempre están como derretidos. Todo su energía se va a la cabeza, boca y dientes. Y a los preciosos fondos de colores vivos: naranjas, rojos y celestes. Usa la estrategia del primer plano suelto y deformado, contrapuesto con unos fondos planísimos.

No entiendo porque Bacon está catalogado como el pintor del horror, por el contrario, sus pinturas llenas de realidad me producen optimismo y alegría. Optimismo de la nada, diría él.